La coexistencia hispano-indígena en un área de poblamiento extremo. El caso de Patagonia durante el período colonial tardío. 

 

María Teresa Luiz
Universidad Nacional de la Patagonia.
Sede Ushuaia

La problemática fronteriza estimuló en los últimos años nuevas aproximaciones a los procesos operados en un conjunto de territorios en los que el avance colonizador europeo se vió particularmente condicionado por la presencia de pueblos resistentes al dominio colonial. Los resultados de estos estudios permitieron avanzar en el conocimiento de dimensiones insuficientemente consideradas por la historiografía americanista hasta hace pocas décadas tales como la compleja naturaleza de las relaciones interétnicas y su gravitación en las estructuras de las sociedades indígena e hispano-criolla.

El abordaje de los fenómenos derivados del contacto cultural fue abriendo un espacio de investigación y de reflexión teórico-metodológica en el que convergen intereses de la historia y la antropología.
El enriquecimiento y ampliación del concepto de frontera manejado en las tesis propuestas por la historiografía norteamericana2 y la superación del significado estrictamente geográfico, asociado a las ideas de línea o límite, permitió considerar la validez de su empleo como categoría de análisis que, articulando las nociones de espacio y proceso social, alude a una singular dinámica de relaciones que genera formas de comportamiento e instituciones particulares. Desde esta concepción, la perspectiva que orienta los estudios fronterizos en el campo historiográfico3 ofrece nuevas claves para comprender las modalidades de la conquista y la colonización atendiendo a las múltiples dimensiones en las que se constituye la relación con el Otro en los contextos de fricción interétnica. Estas investigaciones han puesto en evidencia que la interacción, lejos de circunscribirse a la dimensión bélica -sobredimensionada en los estudios pioneros-, abarca el complejo juego de intereses, estrategias y relaciones de dominación, resistencia, control, dependencia e interdependencia que definen una particular trama de intercambios culturales, sociales y económicos, materiales y simbólicos.

Por otra parte, la ampliación del conocimiento de las sociedades americanas caracterizadas por la fragmentación política y la ausencia de un poder definido y estable posibilitó nuevas visiones sobre un conjunto de pueblos que lograron adaptarse al orden impuesto por la presencia europea conservando la autonomía y el control sobre sus territorios y recursos aunque desarrollando, al igual que otros grupos "reducidos"4, profundas transformaciones socio-culturales. Estas aproximaciones no sólo han permitido revisar las interpretaciones sobre la evolución experimentada por estos grupos a partir del contacto con el blanco sino también los conceptos empleados para caracterizarlas.

De este modo, el avance en el estudio de las relaciones hispano-indígenas y particularmente la atención dedicada a los fenómenos operados en los espacios de frontera, impuso repensar las categorías utilizadas para explicar la dinámica interétnica, los problemas de aculturación y la construcción de identidades en perspectivas socio-histórica.


El examen de la producción historiográfica y antropológica reciente referida a los territorios meridionales de Chile y el Río de la Plata permite seguir el desarrollo de una significativa renovación en el tratamiento de la realidad indígena y fronteriza, los procesos de contacto cultural y sus efectos en la corta y larga duración.

Respecto a la problemática de la Araucanía, aunque el tema del plurisecular conflicto había ocupado un sitio relevante en la historiografía chilena en virtud del reconocimiento de su incidencia en la formación de la identidad nacional del país trasandino5, recién en las últimas dos décadas se lograron interpretaciones más rigurosas sobre las cambiantes circunstancias y alternativas de una prolongada convivencia. El análisis de este universo de relaciones desde nuevos marcos teóricos e ideológicos no sólo permitió desestructurar el mito de la guerra permanente sino que fue revelando cómo estos intercambios gravitaron en la evolución de las estructuras de las sociedades reche-mapuche y colonial.6

Por su parte, el conocimiento de las poblaciones de Pampa y Patagonia, sesgado hasta hace algunos años por preconceptos y visiones etnocéntricas, también fue enriqueciéndose a partir de aproximaciones que dan cuenta de las profundos cambios desarrollados en el mundo indígena como consecuencia de los procesos de contacto interétnico, dinamizados durante el siglos XVIII con la consolidación de amplios circuitos de intercambio comercial.7

Asimismo, los estudios encarados desde una perspectiva macro-regional han posibilitado visualizar la articulación entre los territorios del sur del Bio-Bio, Patagonia septentrional y Pampa, definidas por las relaciones económicas, sociales y culturales mantenidas entre los grupos aborígenes a ambos lados de la cordillera y entre éstos y los centros hispano-criollo del centro-sur de Chile, Cuyo y el Río de la Plata.8 
Estos aportes ponen en evidencia no sólo la diversidad de los problemas considerados sino también la opción común por una metodología basada en nuevas lecturas críticas de la documentación histórica y, en algunos casos, en su contrastación con la información arqueológica y etnográfica, reconociéndose la necesaria complementariedad de los datos provenientes de distintas fuentes9.

Advirtiendo las posibilidades que ofrece esta perspectiva de análisis, abordamos el estudio de los fenómenos desarrollados a partir del asentamiento hispano en la costa patagónica a fines del siglo XVIII, observando que el sistema de relaciones establecido entre los nuevos pobladores y los nativos constituyó un factor condicionante tanto de los procesos de ocupación como de las transformaciones que experimentaban las sociedades del área pampeano-patagónica.10 

Partiendo de otros marcos referenciales, las investigaciones históricas sobre el poblamiento patagónico han contemplado sólo tangelcialmente el problema de las relaciones hispano-indígenas.11 
Creemos que el insuficiente conocimiento de esta dimensión limita la posibilidad de visualizar las especificidades de la experiencia y de comprender los procesos que durante el período colonial, y más allá de sus límites, condicionaron la evolución de las sociedades aborígen e hispano-criolla.

Si aceptamos que uno de los aspectos que caracterizan a la problemática fronteriza es la articulación de todos los órdenes de la realidad entorno a las relaciones mantenidas entre las sociedades en contacto, o dicho de otro modo, que éstas constituyen un eje estructurante de acciones y representaciones, es posible explicar las similitudes con la realidad de diversos ámbitos ocupados por grupos indígenas independientes. Sin embargo, a diferencia de otras áreas en las que las estrategias coloniales resultaron más eficaces para lograr la integración de esos territorios, en este caso los procesos de ocupación no alcanzaron a generar estructuras de colonización estables. Basta recordar que el único asentamiento que perduró, el Fuerte del Río Negro, no logró superar durante décadas la condición de presidio.12 
Proponemos explicar esta evolución particular considerando la condición de "doble frontera" del litoral sudatlántico, es decir área de contacto con grupos aborígenes no asimilados y espacio de fricción internacional.

Las fronteras australes en el siglo XVIII

Los territorios meridionales del Río de la Plata, prácticamente ignorados por España desde el fracaso del primer intento colonizador en el siglo XVI y el abandono de las rutas marítimas del Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, constituyeron hacia fines del siglo XVIII uno de los últimos frentes en los que se proyectó la expansión española en América. En el marco de una política imperial que priviligió las áreas de importancia económica y estratégica amenazadas por otras potencias o la presencia de pueblos insumisos, la región patagónica fue incluída en los nuevos planes de defensa y poblamiento.


En virtud de su posición geográfica clave para el dominio de la navegación interoceánica y de la abundancia de sus recursos marítimos, el Atlántico Sur se convirtió en un área de interés para las potencias que aspiraban ampliar su influencia en los mercados internacionales e incrementar sus posesiones territoriales como así también en destino de loberos y balleneros de distintas nacionalidades.13 

De este modo, frente al imperativo de preservar el espacio vital rioplatense de las reales o potenciales amenazas externas, y particularmente de "los designios peligrosos del Ministerio Británico", la Corona asumió directamente la organización y financiamiento de la empresa patagónica, poniendo en marcha incluso un costoso operativo migratorio desde la península a fin de asegurar los contingentes necesarios para el inicio de la colonización.

La documentación referida a la implementación del proyecto permite conocer los objetivos político-estratégicos como también las expectativas respecto a sus beneficios económicos. Además del interés explícito en el aprovechamiento de recursos como la sal y pesca, parece haberse advertido la posibilidad de contribuir a la estabilidad de la frontera bonaerense ejeciendo un mayor control de los movimientos de los grupos de pampa y norpatagonia.

El gradual agotamiento del ganado cimarrón que alimentaba los circuitos comerciales indígenas orientados hacia el mercado chileno había determinado una intensificación de los malones precisamente en un momento de ampliación de la demanda externa de productos derivados de la ganadería. En consecuencia, frente a la interferencia de los conflictos fronterizos en los procesos productivos y a la escasa eficacia de las estrategias adoptadas por las autoridades desde los años centrales del siglo para neutralizarlos, resulta lógico que se considerara la alternativa de contener desde el sur las invasiones indígenas.14 

Observamos que esta condición de doble frontera determinó así los objetivos y el alcance de la empresa pobladora y el carácter de los asentamientos, condicionando las modalidades de contacto con los indios.
Si bien el propósito primordial de los nuevos puestos era prevenir una posible ocupación extranjera de las costas meridionales del nuevo virreinato, la información que encontramos en las fuentes sobre los aspectos defensivos y el funcionamiento de los mismos no difiere sustancialmente de la referida a las guarniciones militares mantenidas en otros ámbitos del imperio amenazados por grupos potencialmente hostiles. En otros términos, las imágenes que brinda la documentación coinciden, más que con las descripciones de las fortalezas costeras, con las ampliamente conocidas características del presidio, institución típica de la frontera hispánica en América15.

Las semejanzas no se limitan a los aspectos formales de diseño y construcción y a las características del sistema defensivo, orientado a contener posibles ataques de los indios más que a impedir una invasión de ultramar. En los fuertes patagónicos también encontramos las constantes observadas en la vida y funcionamiento de otros presidios españoles -limitación del personal, insuficiencia de armamentos, extrema pobreza y baja moral de los soldados, problemas de indisciplina y frecuentes deserciones-, factores que explican la debilidad estructural y la escasa eficacia del presidio como institución defensiva.

Sin embargo, más allá de estas similitudes, advertimos algunos rasgos específicos que estamos analizando. El examen de la documentación muestra diferencias en cuanto a la conformación del personal destacado para la defensa y a la política de colonización. Por un lado, cuando generalmente las tropas fronterizas eran alistadas en los mismos presidios, en este caso se recurrió a efectivos de los cuerpos regulares del Virreinato. Respecto al segundo aspecto, mientras en otros núcleos fronterizos los soldados podían obtener tierras fácilmente -política que estimuló el enrolamiento y la permanencia de los colonos-, en los poblados patagónicos no llegaron a otorgarse mercedes, ni siquiera al reducido número de inmigrantes peninsulares que llegaron a establecerse en ellos16, siendo que la concesión de tierras en propiedad figuraba entre las condiciones de la contratación17. En 1784, a cinco años del inicio del poblamiento en el Río Negro, Francisco de Viedma informaba que las obras del Fuerte del Carmen permanecían aún inconclusas y que la población civil continuaba habitando en ranchos precarios18. Por su parte, el virrey Avilés, en 1801, comunicaba a su sucesor la construcción de las primeras diez unidades habitacionales proyectadas19.

Los fuertes patagónicos constituyeron así puestos de avanzada o enclaves en territorio indígena, situados más allá de la imprecisa frontera del Río Salado y distantes cientos de kilómetros de la capital virreinal, de la que dependían política y financieramente y a la que se vinculaban sólo por vía marítima. Esta lejanía de los centros coloniales, agravada por la irregularidad de las comunicaciones con el centro abastecedor, junto a la incapacidad de lograr un funcionamiento autónomo en un medio prácticamente desconocido, gravitaron decisivamente en la evolución de los poblados.


Estrategias relacionales y dinámica interétnica

En el contexto descripto, las políticas tradicionalmente utilizadas en áreas ocupadas por grupos autónomos resultaban poco viables para asegurar la supervivencia de los fuertes. Mientras la guerra defensiva se había demostrado ineficaz para lograr la estabilidad de la frontera bonaerense20, el desarrollo de operaciones militares de carácter ofensivo exigía gastos que la administración colonial no estaba dispuesta a solventar. Por otro lado, la efímera vida de las reducciones establecidas por la Compañía de Jesús al sur del Salado en los años centrales del siglo XVIII parecía demostrar las escasas posibilidades de éxito de la vía misional21. De todos modos, para entonces la ausencia de la orden que había contado con mayor experiencia en territorios fronterizos, privaba de los recursos para llevar a cabo un nuevo intento de evangelización.

En las condiciones en las que se emprendía la ocupación, las autoridades advirtieron que la política indígena debía orientarse al establecimiento de relaciones pacíficas y a la búsqueda de un marco de consenso que asegurara la permanecia en la zona:
"Deberá encargarse estrechamente a los Comisionados, y a los Comandantes de los Fuertes (...) el buen trato, y agasajo a los Indios de aquellos Payses, como punto elemental y esencialísimo (...) y para ello convendrá que se lleven provisión de bujerías con que regalar a los Indios."22

"(...) que el establecimiento se haga con su paz y consentimiento"23

Los generosos listados de "artículos para obsequiar a los indios" consignados en estados y relaciones y la información contenida en los diarios de los fuertes evidencian la importancia que desde el inicio del establecimiento en la costa patagónica se adjudicó a la política de regalar y agasajar a los principales caciques para obtener información sobre el medio, asegurar su colaboración y contener acciones hostiles.

Pero junto a la diplomacia pronto se revelaron las ventajas de otras formas de relación. La proximidad del Fuerte del Carmen a una de las rutas más importantes del circuito comercial ganadero que vinculaba a la región pampeana con el centro-sur de Chile, favoreció el desarrollo de un activo intercambio en la desembocadura del Río Negro, experimentándose los beneficios que éste podía proporcionar como estrategia de control y alternativa de aprovisionamiento. Mientras los indígenas comprobaron que el nuevo establecimiento ofrecía una vía directa para acceder a los bienes de la sociedad colonial incorporados a sus necesidades, los hispano-criollos advirtieron que la compra de ganado a "pampas" y "tehuelches" posibilitada contrarrestar los efectos del exiguo e irregular abastecimiento procurado por la administración colonial. El comercio fue constituyéndose en eje de las relaciones, filtrándose con él múltiples influencia culturales24.

Observando la importancia de los intercambios nos preguntamos si la conformación de un nuevo centro consumidor de ganado en el Río Negro pudo determinar una intensificación de las incursiones sobre las estancias fronterizas, o bien, considerando la tesis de Mandrini sobre el desarrollo de un núcleo pastoril indígena en el centro-sur bonaerense25, si el incremento de las relaciones comerciales habría contribuído a la estabilización de las relaciones hispano-indígenas entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Siguiendo esta última altenativa, resultaría coherente pensar que las relaciones establecidas con el Fuerte del Carmen gravitaron en la consolidación de este núcleo pastoril especializado. Asimismo, si aceptamos que el desarrollo de un activo intercambio en el Río Negro contribuyó al afianzamiento de las relaciones pacíficas, podría afirmarse que el plan de poblamiento patagónico coadyuvó, en alguna medida, al propósito de las autoridades de disminuir la presiones sobre la frontera bonaerense.

Por otro lado, considerando las estructuras socio-políticas de los grupos indígenas, observamos que la existencia de una jerarquía de carácter militar de caciques que controlaban la circulación, condicionó las modalidades de relación. Estamos analizando cómo la política de regalos y agasajos, el intercambio de servicios, la liberación o compra de cautivos y el establecimiento de un activo comercio fueron definiendo un sistema de complementariedad entre las sociedad en contacto.

Atendiendo precisamente a este contexto de interdependencia nos interesa también aproximarnos a las percepciones y valoraciones de los hispano-criollos respecto a los indígenas, observando diferencias entre el discurso de los altos funcionarios coloniales y el de los comisionados locales. Los modos en que vivieron y construyeron los indígenas su relación con el Otro sólo puede inferirse -desde hipótesis- de las conductas registradas por el blanco, interpretadas desde los esquemas cognitivos y valorativos occidentales de la época.

Por último, volviendo al carácter de doble frontera de los territorios ocupados, pretendemos averiguar cómo influyeron las presiones externas generadas por la presencia extranjera en el Atlántico Sur en las estrategias de relación de ambos bandos.
Partiendo así de una visión global de las sociedades en presencia, del conocimiento de las circunstancias en las que se llevó a cabo el establecimiento hispano y del funcionamiento del mundo indígena, intentamos analizar las formas de interacción y la gravitación de la coexistencia en la evolución del frente colonizador y en la dinámica de cambio de las sociedades autóctonas26.

Respecto a esta última cuestión, nos planteamos las siguientes hipótesis: por un lado, que el contacto con los nuevos puestos coloniales contribuyó a acelerar el proceso de transformaciones de las estructuras indígenas; por otro, que si bien la complementariedad económica entre ambas sociedades posibilitó la permanencia de colonos en el Río Negro, el estado de tensión e inseguridad impuesto por la debilidad del sistema defensivo, la permanente presión indígena a través de la continua demanda de bienes y la amenaza de ruptura de las relaciones amistosas, constituyó uno de los factores que explican el tardío afianzamiento de estructuras de colonización estables.

En este sentido, consideramos que esta aproximación a la problemática patagónica, atendiendo especialmente a la información referida al fuerte del Río Negro en virtud de la continuidad del poblamiento hispano-criollo, puede ofrecer nuevos elementos para avanzar en el conocimiento de la dinámica interétnica y en particular de los procesos desarrollados en el vasto espacio fronterizo configurado en los territorios australes de Chile y el Río de la Plata.

Nuestro trabajo se desarrolla sobre fuentes procedentes del Archivo General de la Nación y de diversos repositorios españoles -Archivo General de Indias (Sevilla), Archivo Histórico Nacional (Madrid) y Biblioteca de la Real Academia de la Historia (Madrid)-, que comprenden una documentación muy diversa: correspondencia de autoridades metropolitanas y coloniales, diarios, oficios e informes de los funcionarios de los establecimientos del Río Negro, San Julián y San José, estados e inventarios de los fuertes, expedientes de Real Hacienda, documentos de contaduría y relaciones de gastos, memoriales de pobladores, diarios de viaje, reales ordenes y cartografía.

También hemos consultado un conjunto de fuentes éditas entre las que podemos mencionar los diarios de Basilio Villarino (1782), Félix de Azara (1796), Luis de la Cruz (1806) y Pedro A. García (1810, 1823), reunidos en la colección de Pedro de Angelis27, las Memorias de los Virreyes del Río de la Plata28, el diario de Pablo Zizur29 y otras relaciones de la segunda mita del siglo XVIII30.

NOTAS


1 Ponencia presentada en el Simposio "Historia regional y relaciones fronterizas en los Andes Meridionales - Siglos XIX y XX", III Encuentro Argentino-Chileno de Estudios Históricos. Buenos Aires, Museo Roca, 15 al 17 de abril de 1999.

2 F.J.TURNER, "The significance of the frontier in American History", en Proceeding of the State Historical Society of Wisconsin, 1893. H.E. BOLTON, "La misión como institución de la frontera en el septentrión de Nueva España", en J.F. Bannon (ed.), Bolton y las fronteras españolas, Norman, Okla., 1964, también en American Historical Review, vol. 23, 1917. R.A. BILLINGTON, "La herencia de la frontera americana", N. York, 1966; "La tesis de la frontera americana: ataque y defensa", Washington D.C., 1971 y "La génesis de la tesis de la frontera: un estudio sobre la creatividad histórica", San Marino, California, 1971. D. WEBER, "Turner, los boltonianos y las tierras de frontera", en F. de Solano y S. Bernabeu, Estudios (Nuevos y Viejos) sobre la Frontera, Madrid, CSIC, 1991.

3 Los referentes clásicos en el estudio de la frontera hispánica son las obras de Phillip W. POWELL, La guerra chichimeca (1550-1600), México, 1977 y la de Alvaro JARA, Guerra y sociedad en Chile. Las transformación de la guerra del Arauco y la esclavitud de los indios, Santiago de Chile, 1981 (1º ed. francesa 1959).
4 M. LIENHARD, "El cautiverio colonial del discurso indígena: los testimonios", en J. Pinto Rodríguez (ed.), Del discurso colonial al proindigenismo, Temuco, Universidad de la Frontera, 1996, pp. 9-10.

5 R. FOERSTER G. y J.I. VERGARA, "¿Relaciones interétnicas o relaciones fronterizas?", en Revista de Historia Indígena, Nº 1, Universidad de Chile, 1996, p. 22.

6 J. BENGOA, Historia del Pueblo Mapuche, Santiago de Chile, Ed. Sur, 1991. G. BOCCARA, "Notas acerca de los dispositivos de poder en la sociedad colonial-fronteriza, la resistencia y la transculturación de los Reche-Mapuche del centro-sur de Chile (XVI-XVIII), en Revista de Indias, vol. LVI, Nº 208, Madrid, 1996, pp. 559-695. H. CASANOVA G., Las rebeliones araucanas del siglo XVIII. Mito y realidad, Temuco, Universidad de la Frontera, 1987. F. CASANUEVA, "Política, evangelización y rebeliones indígenas a fines del siglo XVIII: el caso del sur de Chile", en AA.VV., La América española y el siglo de las luces. Tradición. Innovación. Representaciones, Madrid, 1988, pp. 229-256. J. PINTO R., "Fronteras, misiones y misioneros en Chile: la Araucanía (1600-1900), en J. Pinto R. et al. (comps.), Misioneros en la Araucanía, 1600-1900, Temuco, 1988. S. VILLALOBOS R. y J. PINTO R. (comps.), Araucanía. Temas de Historia Fronteriza, Temuco, Universidad de la Frontera, 1985. S. VILLALOBOS R. et al, Relaciones fronterizas en la Araucanía, Santiado de Chile, Universidad Católica de Chile, 1982; Los pehuenche en la vida fronteriza, Santiago de Chile, Universidad Católica de Chile, 1989. H. ZAPATER E., La búsqueda de paz en la guerra de Arauco: padre Luis de Validvia, Santiago de Chile, E. Andrés Bello, 1992.

7 R. MANDRINI, "Desarrollo de una sociedad indígena pastoril en el área interserrana bonaerense", en Anuario del IEHS, Nº 2, Tandil, UNCPBA, 1987, pp. 71-98; "Procesos de especialización regional en la economía indígena pampeana (s. XVIII-XIX): el caso del suroeste bonaerense, en Boletín Americanista, Nº 41, Barcelona, 1991, pp. 113-136; "Guerra y paz en la frontera bonaerense durante el siglo XVIII", en Ciencia Hoy, Nº 22, Buenos Aires, 1992; "Las transformaciones de la economía indígena bonaerense (c. 1600-1820)", en R. Mandrini y A. Reguera (comps.), Huellas en la tierra. Indios, agricultores y hacendados en la pampa bonaerense, Tandil, UNCPBA, 1993, pp. 45-74; Las fronteras y la sociedad indígena en el ámbito pampeano", en Anuario del IEHS, Nº 12, Tandil, UNCPBA, 1997, pp. 23-34. L.R. NACUZZI, "La cuestión del nomadismo entre los tehuelches", en Memoria Americana, Nº 1, Buenos Aires, UBA, 1991, pp. 103-104; "Nómades versos sedentarios en Patagonia (Siglos XVIII-XIX)", en Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Nº 14, Buenos Aires, 1992-93, pp. 81-91; Identidades impuestas. Tehuelches, aucas y pampas en el norte de la Patagonia, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología, 1998. M.A. PALERMO, "Reflexiones sobre el llamado 'coamplejo ecuestre' en la Argentina", en Runa, vol. XVI, Buenos Aires, 1986, pp. 157-178; "La innovación agropecuaria entre los indígenas pampeano-patagónicos: génesis y procesos", en Anuario del IEHS, Nº 3, Tandil, UNCPBA, 1988, pp. 43-90; "Indígenas en el mercado colonial. Buenos Aires", en Ciencia Hoy, 1:4, Buenos Aires, 1989, pp. 22-26. M.L. VARELA, "La sociedad manzanera: su desarrollo histórico-social. Patagonia noroccidental: siglos XVIII - XIX", en Anuario del IEHS, Nº 11, Tandil, UNCPBA, 1996, pp. 227-246.

8 C. LAZARO AVILA, Las fronteras de América y los Flandes Indianos, Madrid, CSIC, 1997. L. LEON SOLIS, "Las invasiones indígenas contra las localidades fronterizas de Buenos Aires, Cuyo y Chile, 1700-1800", en Boletín Americanista, Año XXVIII, Nº 36, Barcelona, 1986/87, pp. 75-104; Maloqueros y conchavadores en Araucanía y las Pampas, 1700-1800, Temuco, Univesidad de la Frontera, 1991. S. ORTELLI, "La araucanización de las pampas: ¿realidad histórica o construcción de los etnólogos?", en Anuario del IEHS, nº 11, Tandil, UNCPBA, 1996, pp 203-225. J. PINTO R., "Integración y desintegración de un espacio fronterizo. La Araucanía y las Pampas, 1550-1900", en J. Pinto Rodríguez (ed.), Araucanía y Pampas. Un mundo fronterizo en América del Sur, Temuco, Universidad de la Frontera, 1996.

9 M.T. BOSCHIN, "Arqueólogos e historiadores: una empresa común", en M.T. Boschín (Comp.), Arqueología y etnohistoria de la Patagonia Septentrional, Cuadernos de Investigación, IEHS-UNCPBA, Tandil, 1991, pp. 3-5. R.J. MANDRINI, "Indios y fronteras en el área pampeana (siglos XVI-XIX). Balance y perspectivas", en Anuario del IEHS, Nº 7, Tandil, 1992, pp. 59-72.

10 Esta propuesta se inserta en la investigación que venimos desarrollando en el marco del proyecto de Tesis de Doctorado aprobado por la Universidad de Cádiz (España) en 1997.

11 J.J. BIEDMA, Crónica histórica del Río Negro de Patagones (1774-1834), Buenos Aires, 1905. R.A. ENTRAIGAS, El Fuerte del Río Negro, Buenos Aires, Librería Don Bosco, 1960. P.R. PAESA, "Aspectos de la población de las costas patagónicas hacia 1779", en Investigaciones y Ensayos, Nº 110, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1971. J.E. BURUCUA, "Viajes de Antonio de Viedma: los establecimientos de Puerto Deseado y San Julián", en Segundo Congreso de Historia Argentina y Regional, T. 1, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1974. J.A. APOLANT, Operativo Patagonia. Historia de la mayor aportación demográfica masiva a la Banda Oriental, con la nómina completa, filiaciones y destino de las familias pobladoras, Montevideo, 1979. C.M. GORLA, Orígen y desarrollo de la ganadería patagónica (1779-1810), Buenos Aires, 1983; Los establecimientos españoles en la Patagonia: estudio institucional, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1984; La agricultura en Patagonia (1779-1810), Viedma, 1984; "El descubrimiento de la ruta terrestre entre Buenos Aires y el Río Negro", en Anuario de Estudios Americanos, LII-2, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1995, pp. 45-74. J.M. PORRO GUTIERREZ, La emigración asturiana y castellano-leonesa para el poblamiento de la Patagonia en época de Carlos III, Valladolid, Sever Cuesta, 1995.

12 Por Real Orden del 1º de agosto de 1783 la Corona aprobó la propuesta del virrey Vértiz de abandonar los establecimientos patagónicos y de mantener sólo el del Río Negro. Sin embargo, efectivizado el traslado de los pobladores de San Julián, a principios de 1784, los ministros de la corte y el mismo susesor de Vértiz, el Marqués de Loreto, dudaron de la convenencia de la medida adoptada en virtud de la constante preocupación por la presencia extranjera en el Atlántico Sur. Por esta razón, se mantuvo una dotación militar en el fuerte de San José y se promovió la instalación de una factoría de pesca en Puerto Deseado. La Real Compañía Marítima, creada por Real Cédula del 19/09/1789, operó en este puerto desde 1790 hasta 1807.

13 M.T. LUIZ y M. SCHILLAT, La frontera austral. Tierra del Fuego, 1520-1920, Cádiz, Universidad de Cádiz, 1998.

14 L. LEON SOLIS, "Los ararucanos y la amenaza de ultramar, 1750-1807", en Revista de Indias, Vol. LIV, Nº 201, Madrid, 1994, p. 335.

15 O. B. FAULK, "El presidio: ¿fuerte o farsa?", en D.J. Weber, El México perdido. Ensayos escogidos sobre el antiguo norte de México, 1540-1821, México, 1976, p. 59.

16 Según los datos proporcionados por Apolant, basados en el examen de los registros de desembarco de Montevideo, entre 1778 y 1784 habrían arribado a este puerto, procedentes de La Coruña, 432 familias y 81 solteros, en total 1.921 personas. Sin embargo, sólo un 12 % del contingente peninsular fue destinado a los establecimientos del Río Negro y San Julián. La mayor parte permaneció en la Banda Oriental, otros fueron trasladados a guardias de la frontera bonaerense. Cf. J.A. APOLANT, op. cit., p. 93 y ss.

17 Real Orden del 19 de septiembre de 1778, Archivo General de Indias (en adelante AGI) Bs.As. 326.

18 Disertación de Francisco de Viedma, dirigida al virrey Marqués de Loreto, Buenos Aires, 1º de mayo de 1784, AGI Bs. As. 99.

19 Memoria de los Virreyes del Río de la Plata, Buenos Aires, Bajel, 1946, pp. 502-503.

20 C.A. MAYO y A. LATRUBESSE, Terratenientes, soldados y cautivos. La frontera, 1736-1815, Buenos Aires, Biblos, 1998, p. 22 y ss.

21 Se cuenta con escasos estudios sobre las reducciones bonaerenses -Nuestra Señora del Pilar, Nuestra Señora de los Desamparados y Purísima Concepción de los Pampas- y las causas de su fracaso no han sido suficientemente explicadas. Véase: S.E. AGUIRRE, "Una alternativa al sistema de reducciones en la Pampa a mediados del siglo XVIII", en Congreso Nacional de Historia sobre la Conquista del Desierto, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1981, pp. 55-66; LEONHARDT, "La misión de los indios pampas", en Revista Estudios, Nº 26, Buenos Aires, 1926; C.A. MONCAUT, Historia de un pueblo desaparecido a orillas del Salado bonaerense. Reducción jesuítica de Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas. 1740-1753, La Plata, 1981; C. MARTINEZ MARTIN, "Las reducciones de los pampas (1740-53): aportaciones etnográficas al sur de Buenos Aires", en Revista Complutense de Historia de América, Nº 20, Madrid, 1994, pp. 145-167.

22 "Apuntes y advertencias para las Instrucciones que se deben formar... para establecer Poblaciones y Fuertes provisionales...", del ministro a Gálvez al virrey Vértiz, Aranjuez, 8 de junio de 1778, AGI Bs. As. 326.

23 Instrucción del virrey Vértiz a Juan de la Piedra, Buenos Aires, 3 de noviembre de 1778, AGI Bs.As. 326.

24 R.J. MANDRINI, "Indios y fronteras en el área pampeana (siglos XVIII-XIX). Balance y perspectivas", en Anuario del IEHS, Nº 7, Tandil, UNCPBA, 1992, p. 60.

25 R.J. MANDRINI, "Procesos de especialización regional en la economía indígena pampeana (s. XVIII-XIX): el caso del suroeste bonaerense", en Boletín Americanista, T. XXXII, Nº 41, Barcelona, pp. 113-136; "Las transformaciones de la economía indígena bonaerense (c. 1600-1820)", en R. Mandrini y A. Reguera (Comps.), Huellas en la tierra. Indios, agricultores y hacendados en la pampa bonaerense, Tandil, UNCPBA, 1993, pp. 45-87; "Las fronteras y la sociedad indígena en el ámbito pampeano", en Anuario del IEHS, Nº 12, Tandil, UNCPBA, 1997, pp. 23-34.

26 Seguimos básicamente la metodología propuesta por George Forster para el estudio de los procesos de contacto cultural. Según este autor, la aproximación consiste en el conocimiento de las características y naturaleza de las culturas, de las "circunstancias del contacto" y finalmente de los procesos de cambio resultado de las influencias mutuas. G. FOSTER, "Aspectos antropológicos de la conquista española de América", en Estudios Americanos, Vol. VIII, Nº 5, 35-36, Sevilla, E.E.H-A., 1954, pp. 155-171.

27 PEDRO DE ANGELIS, Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de la Provincia del Río de la Plata, Buenos Aires, Plus Ultra, 1969.

28 Memorias de los Virreyes del Río de la Plata, Buenos Aires, Bajel, 1945.

29 PABLO ZIZUR, "Diario que yo don Pablo Zizur Primer Piloto de la Real Armada; boi á hacer desde la ciudad de Buenos Aires, hasta los establecimientos nuestros en la Costa Patagónica..., en Revista del Archivo General de la Nación, Año III, Nº 3, Buenos Aires, 1973, pp. 65-115.

30 T. FALKNER, Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur [1774], Buenos Aires, Hachette, 1974. F. MILLAU, Descripción de la Provincia del Río de la Plata [1772], Buenos Aires, Espasa Calpe, 1947. A. MALASPINA, Viaje al Río de la Plata en el siglo XVIII [1789-1795], Buenos Aires, Sociedad de Historia Argentina, 1938.


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