Entre el mito y la historia. Religión y política en Chaclla Huarochiri. Siglos XV y XVI

Carlos Carcelén Reluz1

La mitología de la provincia de Huarochirí es muy rica y variada, resulta ser muy importante para su historia, ya que a través de su interpretación se puede llegar a tener una aproximación del desarrollo histórico de la zona en estudio, porque lamentablemente no se encuentra documentación histórica para la época prehispánica, ya sea por la falta de escritura o porque los datos orales que da la población son confusos e imprecisos en cuanto a fechas. Más aún, no desligan los hechos históricos del mito y la leyenda.

Esto hace necesario interpretar los mitos, leyendas y tradiciones de la zona, ya que en el fondo la fantasía que nos relatan tiene un contenido histórico, y más aún la población andina en general, aún hoy en día, nos cuenta su historia en términos míticos. Esto hace que para tener una aproximación del desarrollo histórico de los pueblos andinos, se haga indispensable el análisis de los mitos, leyendas y tradiciones, recolectadas desde la época colonial a nuestros días.

En particular nos basamos en este ensayo en la información recopilada en los siglos XVI y XVII por los cronistas, evangelizadores y extirpadores, quienes de manera peyorativa designaron a las narraciones míticas andinas como "fábulas", demostrando así su juicio de valor sobre las creencias y expresiones religiosas andinas prehispánicas2.

Para el entendimiento de los mitos, leyendas y tradiciones, en busca de las características de los vestigios de la religión prehispánica de cualquier zona de los Andes, se hace necesario e indispensable, el "contar con una experiencia andina"3, es decir realizar un adecuado trabajo de campo, con fines etnográficos.

Esta experiencia de campo nos permite reconocer el importante valor de lo sagrado, y en el caso especial de los vestigios de la religión prehispánica, podemos entender mejor el valor sentimental que une a los comuneros con sus antiguos rituales y que se pueden observar en los comportamientos cotidianos y con más claridad en la mentalidad de la gente. Teniendo en cuenta también que nuestra aproximación de campo se encuentra cargada de valoraciones propias de nuestra experiencia o herencia social y cultural.

Así también, la experiencia de campo nos permite interpretar mejor el significado de la relación social e histórica de las costumbres y/o rituales considerados como tradicionales, folklóricos o sencillamente vestigios del pasado. Pero sin perder de vista la posición de los sujetos sociales dentro de sus relaciones sociales y de poder, para así comprender sus determinadas experiencias emocionales4. También con el trabajo de campo entendemos la forma simbólica con la cual sus antiguas costumbres nos reflejan su conocimiento e interacción con la realidad que los rodea, es decir la relación ecológica existente. Partiendo de esto tenemos que aceptar el valor de lo sagrado dentro de un medio histórico concreto, y es que:

"... Lo sagrado conlleva siempre un sentido de obligación intrínseco: no sólo estimula la devoción, la exige; no sólo induce a un asentimiento intelectual, sino que impone un compromiso emocional..."5.

Pero es necesario señalar que reconociendo que el historiador de las religiones "se preocupa solamente por los símbolos religiosos"6, planteamos en este ensayo un conocimiento un tanto más profundo del hecho religioso -en este caso el prehispánico-, con el fin de ligarlo siempre con el proceso histórico más general -sea estructural o coyuntural- en la zona en estudio, desde la época mítica prehispánica hasta la organización de las características iniciales del dominio colonial en la zona.

Es así que este ensayo contiene un análisis del proceso histórico de la zona desde los tiempos míticos pasando por el dominio de la zona estudiada por las etnias yungas, las invasiones de yauyos e incas, terminando con el establecimiento de las características generales del dominio cristiano en la zona.

1.- HUALLALLO Y LOS YUNGAS

Los mitos de Huarochirí recopilados a comienzos del siglo XVII por el padre Francisco de Avila, nos cuentan que en un inicio y desde que se tiene memoria las tierras y los hombres de estas provincias eran dominados por dos divinidades, Yanañamca y Tutañamca. Esta época representa a la oscuridad y caos que reino antes del establecimiento del orden que representa la vida de los hombres en sociedad (Avila 1966, Taylor 1987, Urioste 1983 y Salomon y Urioste 1991).

Estos dioses son peculiares de esta zona pero lo que representan es general. La oscuridad y caos de la época en que existen, se encuentra en mitos de diversas zonas de los Andes, recopiladas por diversos cronistas7.

Los mitos responden al sentido común de cualquier tipo de población ya que generalmente los pueblos cuentan que antes del orden y de la historia de sus sociedades, existió una época donde reinaba el caos y la oscuridad en la vida de los hombres. Esta época de oscuridad y caos en los pueblos, como los andinos, acabó por la acción de un dios o dioses que establecieron el orden y que en agradecimiento los pobladores le rinden culto y sacrificios8. Esta época correspondió al Período Formativo, donde se consolidó el poder político de la casta sacerdotal y por tanto de la construcción de los mitos de origen -como los estudiados- (Amat 1992 : 76 - 77).

Esta generalidad es apreciada en toda el área andina. En el caso de la provincia de Huarochirí se refleja en la acción del dios denominado Huallallo Carhuincho (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991).

Este dios derrotó a los dioses Yanañamca y Tutañamca, estableciendo su dominio sobre los hombres y tierras de esta provincia. Pero lo importante de este mito es que refleja como fue invadida la zona por habitantes provenientes de la zona costera, denominados yungas o huallas, y que tenían como dios a Huallallo.

La gente venida de la costa trajo consigo una nueva forma de organización social, que se refleja en los mitos a través de la regulación del culto al dios, el cual hace que las tierras sean más productivas mediante el sacrificio de niños por sus propios padres. En el mito, el dios Huallallo estableció que cada pareja sólo tuviese dos hijos uno de ellos será sacrificado. A pesar de lo mítico, esto refleja una racionalidad, que es el mantenimiento del número de habitantes dando lugar a una buena distribución de la producción agrícola (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991).

El mito nos cuenta además que las tierras de esta provincia eran de clima cálido teniendo una fauna y flora de zonas selváticas, llegando incluso a sembrar en las altas punas. Esto nos refleja que el tiempo de origen del mito debió presentar características climáticas distintas a las presentes (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991). El dios Huallallo se presentaba temporalmente en alguno de los templos que le construyeron en su honor, en las partes altas como Curipata y Marcahuasi en las cercanías de la actual Comunidad Campesina de San Pedro de Casta (Tello 1923 : 510).

Pero su templo principal, donde estaba su ídolo, se encontraba en una laguna al pie del cerro de Pariacaca , cerca del antiguo camino que viene de Lima y va para Jauja (Dávila 1965, Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987, Salomon y Urioste 1991). La laguna donde se encontraba el ídolo de Huallallo, es el lugar en el cual, según el mito, se realizó la pelea entre este dios y Pariacaca, que es representado por el cerro que se encuentra a lado de la laguna. el ídolo de Huallallo. Es decir el espíritu del dios quedó en el lugar en el que fue derrotado por otro dios que asumió sus funciones.

Así presentados entendemos que aquellos héroes y sus respectivas funciones:

"conforman un discurso global acerca de la sociedad andina precolombina [en este caso Chaclla - Huarochirí]. Las palabras y los gestos heroicos expresan de esa manera una imagen ideal de sus propios orígenes y de los fundamentos organizativos de la sociedad"9. 

El dios Huallallo, según J. C. Tello tuvo su santuario en la meseta de Marcahuasi, pero para Pedro Eduardo Villar Córdoba:

"... las características de aquella construcción son las de una fortaleza que defendía a "MarcaWasi", por el lado del Occidente, de los posibles ataques de los hombres de la Costa... La ausencia de ex-votos, de conopas, amuletos, altares y corrales sagrados, está demostrando que aquel monumento no fué un templo, sino una fortaleza..." (Villar Córdoba 1935 : 347-348).

Lamentablemente aún no se han podido precisar las funciones de Marcahuasi, ya que no hay trabajos arqueológicos serios, pero nos resulta más conveniente la hipótesis de Villar Córdoba, ya que cualquiera que sea la población de la meseta, ésta escogió ese lugar con claros motivos defensivos, ya sea de ataques de costeños o de serranos. Si hubo el templo de Huallallo en la parte alta de la meseta, como dice J. C. Tello, sería necesario realizar excavaciones para encontrar o no los restos que demanda Villar (que sólo observó superficialmente sin llegar a excavar); para poder así determinar con mayor aproximación la función de Marcahuasi.

Lo que resulta raro es que la población que eligió la meseta como zona de residencia, la eligiera, aparte por sus defensas naturales, por las lagunas que se encuentran en ella, pudiendo así asegurarse el aprovisionamiento del agua sin necesidad de recurrir a otras fuentes. Más aún si asumimos que algunas de las estructuras arquitectónicas llamadas Chulpas o Culpis, eran destinados a depósitos de alimentos, se reforzaría la hipótesis que Marcahuasi, más que un adoratorio fue una fortaleza.

Tello recogió información oral que le indicó que Huallallo al ser derrotado por Pariacaca, huyó hacia el norte, llegando a la zona de San Pedro de Casta, enseñoreándose allí y estableciendo su templo en la parte alta de la meseta, con el fin de defenderse del ataque de sus vecinos, que envidiaban su riquezas (Tello 1923 : 513).

Esta información nos permite entender en algo la función defensiva de Marcahuasi, así como el proceso de invasiones y desplazamientos en la zona en cuestión. En la época que Tello visitó la zona de San Pedro de Casta, recogió información oral que nos muestra que el recuerdo de Huallallo es más fuerte y presente que el de Pariacaca, lo que le hace pensar que Marcahuasi fue su adoratorio.

Pero parece que la fuerza del recuerdo de Huallallo se debe a que tanto mito y tradición indican que por esta zona no llegó el culto a Pariacaca, o que, en todo caso Marcahuasi, representa una especie de fortaleza de las gentes que adoraron a Huallallo y que no se sometieron al dominio de los yauyos, resistiendo en estas tierras mucho tiempo el avance de los invasores, hasta que muy tardíamente fueron sometidos.

Históricamente alrededor del año 1450, parece que los yauyos dominaban todo el territorio huarochirano, incluyendo el norte (Chaclla), pero por sólo unos diez años, ya que en 1460 aproximadamente se fecha la llegada de los Incas (Bueno 1992 : 50).

Esta hipótesis se refuerza, en la medida que en la actualidad10 al preguntar a los "mayores"11 de la Comunidad de San Pedro de Casta, sobre cual fue el dios de esta zona, ellos contestaron que era Huallallo Carhuincho, que habitaba en Marcahuasi. Además los informantes señalan la existencia en aquella época de un santuario o "huaca" en el sitio llamado "Orkohuasi", lugar que presumen sirvió como base para la construcción de la Reducción de San Pedro de Casta en el siglo XVI12.

La resistencia a los yauyos en la zona de San Pedro de Casta fue muy larga, ya que estos atacaban desde distintos lugares, donde ya se habían establecido, en sitios como Carampoma y Chaclla, muy cercanos de Casta, pudiendo así establecer un dominio efectivo de la zona. Tal vez llegando a implantar el culto a Pariacaca, pero este culto había tenido una corta duración, desde su imposición hasta la llegada de los españoles. Pudo ser de tan corta duración que no dejo recuerdos en los habitantes de la zona.

En la actualidad, en las creencias mítico-religiosas, Huallallo Carhuincho es considerado como un dios andino, al cual se la atribuye el poder sobre la tierra y los hombres controlando su fecundidad, pero el dios tiene una importancia fundamental en el sentido del poder hacer crecer los cultivos a través del agua. Este dios refleja el poder natural del rayo, que anuncia las lluvias, cuyas aguas regarán las tierras cultivadas por los hombres para que ellos vivan (Avila 1966 : 200).

Este poder sobre el agua, el elemento más esencial para la vida de la población de estas tierras, fue la base del culto y los sacrificios a este dios, y fue también la base que en el mito explica su caída, ya que llegó otro dios, llamado Pariacaca, que vencerá y desplazará a Huallallo. Pero a pesar de esta derrota mítica y del desplazamiento de sus creyentes -los yungas-, la tradición hecha vida, da lugar a que el dios :

"... Guallallo es un héroe nacional huarochirano, por todos los datos disponibles y cronológicamente se sitúa en este tiempo propicio a la aparición de héroes culturizadores, más tarde convertidos en deidades por la tradición oral y la memoria social. Efectivamente, oralidad y mentalidad social transmitida de generación en generación, elevaron a Guallallo en los tiempos posteriores a divinidad multiregional andino-central" (Bueno 1992 : 43).

2.- PARIACACA Y LOS YAUYOS


El mito de la llegada de los yauyos y su dios Pariacaca, nos dice que cuando éste llegó a las tierras de Huarochirí, observó como un poblador, con mucha tristeza llevaba a su hijo; el dios le preguntó por qué la tristeza y él respondió que llevaba a su hijo para sacrificarlo al dios Huallallo, para que sus tierras sigan siendo fértiles y que si no hacía el sacrificio de su hijo, el dios Huallallo mataría a todos; Pariacaca le contestó que no temiese puesto que él peleara con el dios y lo echará de las tierras de la provincia; que regresara a su casa y que desde ahora le rindan culto a él y sólo le sacrifiquen llamas y alpacas (Dávila 1964 : 161, Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991).

El sacrificio de niños como una práctica ritual en un culto establecido, nos señala una característica simbólica de la religión de los yungas, la cual apoya esta práctica y la presenta como correcta socialmente, ya que la religión (en este caso una prehispánica) se plantea como "un mundo en el que tal comportamiento es tan sólo sentido común" (Geertz 1973 : 19).

Este mito nos refleja una transformación histórica, contada en términos de mito pero que explica como se realizó la invasión de un pueblo que venía de la sierra sur y traía un nuevo dios. Estos invasores fueron los Yauyos que llegaron por oleadas y establecieron en la zona un dominio basado en el control de las aguas en las lagunas naturales y artificiales de las alturas que servían para regar las tierras bajas de los valles (Rostworowski 1972, 1977, 1978...). Esto se puede apreciar en el mito de la pelea entre Huallallo y Pariacaca; en el cual el dios de los Yauyos vence al de los Yungas por el manejo del agua, llegando a formar una laguna en el lugar de la pelea (Dávila 1966 : 161).

El triunfo de Pariacaca, dio lugar a la expulsión del dios Huallallo, hacia la zona que se encuentra pasando la cordillera occidental de los Andes; a la zona de Jauja y Huancayo13 (Avila 1966; Dávila 1965; Taylor 1987; etc.). Además el triunfo de Pariacaca dio lugar al establecimiento del dominio de los Yungas, que en un origen remoto estuvieron en el sur del Perú y como consecuencia del avance aymara llegaron por oleadas a establecerse en la sierra central, llegando así hasta la provincia de Huarochirí (Hernández Príncipe 1919, 1923; Rostworowski 1972, 77, 78; Gentile, 1976, 1977 y 1981).

Los Yauyos llegaron a establecerse en la región de Tupe, en la sierra del valle de Cañete, antes llamado Huarco; esto hacia finales del Horizonte Medio (año 1000 d.C.) (Rostworowski, 1972, 77, 78; Dávila, 1965, Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991). Los acontecimientos históricos de este lento desplazamiento pueden ubicarse aproximadamente entre los años 1200 al 1300 d. C. (Bueno 1992 : 50). Este pueblo era básicamente guerrero y se dedicaba al pastoreo de llamas (Dávila, 1965).

Este pueblo tuvo la necesidad de expandir sus dominios, ya que sus tierras de cultivo y pastoreo eran insuficientes. Los yauyos llegaron por oleadas derrotando y desplazando paulatinamente el dominio de los yungas, al mando de hombres como Chucpayo, Chancharuna, Huariruma, Utcochuco, Tutayquiere, Sasenmale, Pachachuyro, etc., todos ellos considerados Hijos de Pariacaca14.

Estos líderes establecieron a sus gentes primero en lo que se conoce como Anan-Yauyos, que corresponde a las partes altas de la provincia de Yauyos, para luego avanzar paulatinamente hacia el norte, siguiendo la cordillera, y bajando hacia la costa por el valle del Rímac (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991).

El avance de los yauyos planteaba más que el desplazamiento de los yungas, el sometimiento de estos, a una minoría de guerreros (Dávila 1965), que se establecieron en las partes altas de la zona, controlando las fuentes de agua, dominando así la vida de los pobladores de los valles, los que para tener agua, tuvieron que someterse, dando un tributo a los yauyos.

Las oleadas de yauyos a Chaclla y a Carampoma, fueron las que llegaron a dominar gran cantidad de tierras en diversas zonas, a lo largo del valle de Santa Eulalia -antes llamado Chaclla- , llegando a tener terrenos en Carapongo, Pariachi, Huampaní y Huachipa. Los Chaclla dominaron terrenos, en los valles de Lima y Chillón, como las zonas de Jicamarca (Rostworowski 1972, 1977, 1978).

Los mitos sobre estas invasiones nos dicen que la llegada de Pariacaca, significó el fin de la época de caos y oscuridad, en la cual:

"... los hombres que vivían en aquellos tiempos no hacían otra cosa que guerrear y luchar entre sí, y reconocían como sus curacas sólo a los valientes y a los ricos. A estos llamamos los Purum Runa..." (Taylor 1987 : 85)15.

En los mitos sobre la invasión de los yauyos, se dice que los hijos de Pariacaca al ir avanzando por la tierra, iban implantando el culto a su padre, como una forma de su dominio. De acuerdo con el mito, los yungas olvidaron a su dios antiguo Huallallo, y empezaron a adorar a Pariacaca, ya que consideraban que era el que animaba todos los fenómenos naturales, pero fundamentalmente los habitantes de estas tierras le rendían culto por su poder sobre el agua (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991).

El poder sobre el agua tenía una explicación divina para la población de estas tierras, ya que como se observa en los mitos, el culto y los sacrificios a los dioses, tanto Huallallo y Pariacaca, eran asumidos por los pobladores como cuestiones necesarias, para poder tener agua, elemento indispensable para vivir, no sólo en esas épocas sino también en nuestros días, por eso que se ven aún hoy en día ceremonias y ritos que tienen su origen en tiempos míticos, que están relacionados con el uso y manejo del agua16.

Estas ceremonias y ritos cumplen funciones específicas en los vestigios de la religión andina, que se manifiesta tanto en la época colonial como en la republicana. Esta función constituye el núcleo de la acción religiosa que es el "ritual de la ofrenda y la invocación" (Rösing 1994 : 195). El culto y los sacrificios a Pariacaca nos refleja una nueva forma de sometimiento; ya que nos muestra una nueva forma de organización social, que como dice el mito era implantada por los hijos de este dios que eran los yauyos.

Los sacrificios nos demuestran como se hacía real el dominio, es decir como la población sometida daba productos agrícolas y ganaderos, al nuevo dios, representado en sus hijos los yauyos, con el fin de que el dios les diera lo que más necesitaban, es decir el agua, elemento que era dado no por el dios, sino por sus hijos, que se habían apoderado de las zonas donde se encontraban las fuentes del preciado elemento.

Este dominio económico se puede apreciar en varias partes de los mitos recopilados en quechua por el padre Francisco de Avila, que fueron traducidos por José María Arguedas y luego por George Urioste, Gerald Taylor, entre otros. En la parte sobre los triunfos de Pariacaca, se puede leer, como supuestamente el dios impone un tributo en coca, que será dado a su hijo Chuquihuampo que se estableció en la localidad de Mama, hoy Ricardo Palma.

El mito nos transcribe lo que supuestamente Pariacaca dijo:

"... Toda la población de estos valles te traerá las primicias de sus cosechas de coca antes que alguien la haya probado; sólo cuando tú la hayas probado, la gente podrá mascar la coca de sus plantaciones; después te sacrificarán una llama estéril que nunca ha parido; tú siempre comerás primero las orejas cortadas de las llamas sacrificadas..." (Taylor 1987 : 159).

La llegada de los yauyos, en los mitos también nos muestra la derrota que infringen a la diosa llamada Manañamca que tenía su santuario en la localidad de Mama. El mito nos dice que Pariacaca se enfrentó a la diosa, mujer de Huallallo Carhuincho, logrando vencerla y expulsarla de la zona, dejando Pariacaca a uno de sus hijos llamado Chuquihuampo para que impida el regreso de la diosa (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991).

Los mitos nos dicen también que Pariacaca estableció en el templo de Mama a su hermana y diosa llamada Chaupiñamca (Avila 1966, Urioste 1983, Taylor 1987 y Salomon y Urioste 1991). Otro mito, nos dice que la diosa que habitaba en el templo de Mama, era la mujer del dios Pachacamac (Dávila 1966). Estos mitos nos muestran, primero el desplazamiento de los dioses yungas, por los yauyos lo que significa al final de cuentas el avance de los yauyos sobre la zona de Mama, dominando a los yungas de la zona.

Los yauyos lograron extenderse desde las partes altas del valle de Cañete hasta las cuencas altas de los ríos Rímac y Chaclla (hoy llamado Santa Eulalia). Esta expansión fue detenida por pueblos que mantuvieron guerras y pugnas constantes por territorios, hasta el tiempo en que se estableció el Régimen Colonial. El avance de los yauyos fue limitado por pueblos como los Yungas costeños, en el occidente; los Chocorbos en el sur; los Huancas de Jauja y Tarma, en el oriente; y los Atavillos de Canta, en el norte (Dávila 1965 : 155).

Los yauyos se diferenciaron de estos pueblos tanto por sus costumbres religiosas y por su lengua, no tanto por su organización económica y social, ya que las estructuras del poder en estos pueblos y también en los yauyos, eran similares, teniendo todos ellos una aristocracia con funciones muy delimitadas, básicamente encargados de organizar la producción; y con la mayoría de la población a su servicio, manteniendo a sus señores con sus excedentes productivos.

La aristocracia de estos pueblos, también tuvo algo en común, cuando fueron conquistados por los incas, todos fueron asimilados a la cultura de los dominados, llegando a adoptar el runa-shimi o quechua como idioma (Dávila 1965 : 155).

3.- LA LLEGADA DE LOS INCAS


Históricamente los Incas llegaron a la región central de los Andes17 (incluyendo las de Huanca, Yauyos, Pachacamác, Ichma, etc.) aproximadamente entre el 1460 y 1470, al mando operativo del hijo del Inca, el general Tupac Yupanqui (Bueno 1992 : 50). Cuando las tropas incaicas al mando del inca Pachacutec Inca Yupanqui, llegaron a las tierras de Huarochirí, los jefes yauyos con gran habilidad, en lugar de resistir, se unieron y más aún les sirvieron en las guerras de expansión (Dávila 1965 : 155). Así fue como Marcahuisa, hijo de Pariacaca, ayudó al Inca a conquistar a las comunidades de los amaya y los jihuaya (Taylor 1987 : 285).

El mito nos dice :

"... que cuando Tupac Yupanqui señoreaba y había ya conquistado todos los países, descansó varios años con gran regocijo. Entonces algunas comunidades se sublevaron. Los alancurnarca, los colancomarca y los choquemarca no querían ser súbditos del inga ..." (Taylor 1987 : 337).

Estos sublevados lograron difundir su causa, y aumentar su número, dando lugar a mantenerse en guerra contra los Incas durante unos doce años, hasta que Túpac Inca Yupanqui convocó a los dioses, o como dice el mito, a los "huacas", de todas las comunidades.

El dios Pachacamac arguyó no poder hacer nada ya que su poder era hacer temblar la tierra y si lo hacía contra los enemigos del Inca, se corría el riesgo de que también destruyera a todos. Ante esto Marcahuisa le dijo al Inca que él sí derrotaría a sus enemigos; cosa que realizó utilizando los poderes sobre las aguas.

El mito nos dice que desde un cerro Marcahuisa :

"... comenzó, poco a poco, a caer en forma de lluvia. Los hombres de las comunidades rebeldes empezaron a organizarse preguntándose qué podría significar este fenómeno. Atacándoles con sus rayos, aumentó la lluvia y así creó quebradas por todas partes y arrastró a los miembros de todas estas comunidades con sus aguas torrenciales. Aniquiló a los curacas principales y a los hombres valientes con sus rayos. Sólo una parte de la gente común se salvó. Si hubiera querido habría aniquilado a todos ..." (Taylor 1987 : 345).

Luego de esta hazaña el Inca en agradecimiento le ofreció varias cosas pero él sólo acepto el "mullo" como alimento, y además el dios Marcahuisa le dijo al Inca que sólo quería que él se haga "huacsa", y que así celebrara su culto como los yauyos, cosa que el soberano aceptó, y desde entonces:

"... los incas también eran sus huacsas en Jauja donde bailaban teniéndose en gran estima ..." (Taylor 1987 : 349).

Los Incas en agradecimiento rindieron culto también a Pariacaca, ya que los poderes de Marcahuisa fueron concebidos por su padre Pariacaca (Taylor 1987). Este parte nos refleja como los yauyos sirvieron en los ejércitos incaicos no sólo durante el proceso de expansión, sino también como agentes de represión de otros pueblos, que como ellos eran dominadas por los Incas. 

Estos servicios, no fueron gratuitos, y en el caso preciso de los servicios de Marcahuisa, como recompensa se dice en el mito que el Inca le "otorgó cincuenta yanas", a Pariacaca (Taylor 1987 : 347). Aparte de estos servicios los yauyos también fueron enviados como mitimaes o mitmas, así como otros pueblos, a tareas de infraestructura en beneficio de sus dominadores, los cuzqueños. Esto se puede observar en la Relación de Juan Santa Cruz Pachacuti, cuando nos dice que el Inca Pachacútec Inca Yupanqui envió a trabajar a los dioses y huacas:

"... llamados Ayssavillca, Pariacaca, Chinchacocha, Vallallo, Chuquinacra, y otros dos de los Cañares... les manda que fuera al Cuzco á travajar á Sacssaguaman la fortaleza; y mas lo abia mandado, que despues en acabando la taría, les fueran á hazer otra obra de miradores en la orilla de la mar de Pachacama ó Chincha, &, levantandoles de la misma la mar;..." (Santa Cruz 1950 : 239-240).

Este mito nos dice que los dioses son enviados a trabajos, pero puesto que ellos no trabajan, los que acudieron a la construcción de Sacsayhuamán fueron los pueblos que les rendían culto. Todas estas tareas o servicios cumplidos en beneficio del Estado Imperial Inca, tuvieron para los yauyos excelentes recompensas. Estas fueron el otorgamiento de tierras tanto como para cultivo, como para pastoreo. Como las tierras dadas para el pastoreo en territorio de los Chocorbos, trabajadas por mitimaes (Dávila 1965 : 155).

También, los incas otorgaron tierras para el cultivo de coca a los yauyos de Chaclla, en la localidad de Quivi, actual Santa Rosa de Quivi, cuando Túpac Inca Yupanqui aniquiló a la población masculina de Quivi (Rostworowski 1972 y Gentile 1976). Así, como también el inca, permitió que tuvieron mitimaes en tierras de Jauja (Gentile 1976b)18 .

Estas tierras dadas a los yauyos, así como a otros pueblos, tienen la finalidad de incrementar la producción, incrementando con ello el tributo en especie que se daba a los incas, los que al final de cuentas no hacían otra cosa que reorganizar la posesión de las tierras, enviando mitimaes a zonas donde escaseaba la mano de obra. Este mecanismo era aceptado como conveniente por los señores de los pueblos sometidos, ya que ellos también se beneficiaban con una mayor productividad, porque de esta manera se incrementaban sus rentas, como señores locales19.

Otra cosa importante durante estos años fue que para un mejor ejercicio del dominio la administración incaica dividió el territorio de Huarochirí en siete guarangas: Checa, Langasica, Colcaruna, Quinti, Picoy y Yaucha, Chaucarima y Chaclla (Silva y Marcus 1988 : 57).

4.- LA LLEGADA DE LOS CRISTIANOS

LOS REPARTIMIENTOS:

En el año de 1534 Francisco Pizarro desde la ciudad de Jauja, que se convirtió en la primera capital del Perú, repartió el territorio de los Yauyos, que se dividía en Anan Yauyos en la parte Sur y Lorin20 Yauyos en la parte Norte, en cinco repartimientos asignándolos a otros tantos encomenderos que se encargarían, según lo establecido, de civilizar y cristianizar a la población conquistada.

Esta población mantuvo en ciertos lugares una resistencia a los españoles, lo que dio lugar a que Francisco Pizarro mandará entradas al mando de los capitanes Hernando de Soto y Diego de Agüero, en 1534 (Dávila 1965 : 157). Los repartimientos creados por Francisco Pizarro fueron y tuvieron como encomendero hasta 1586, a: 

1.- Mancos y Laraos, en el Anan Yauyos, que se encomendó a Francisco de Herrera, y le sucedieron su mujer María Martel y con ella sus maridos Juan Ramiro, García de León y Hernando Martel.

2.- Atun Yauyos, en el Anan Yauyos, que se encomendó a Hernando de Soto y a Hernán Ponce de León para que juntos la administrasen, y le sucedieron Francisco de Chaves, su mujer María de Escobar que caso con Pedro Puertocarrero, los que dejaron esta encomienda a cambio de una en Cusco, sucediéndoles en el cargo Jerónimo de Loaysa quien luego fuera el primer Arzobispo de Lima, el que luego la dejó a cargo de la corona.

3.- Huarochirí, en medio de la provincia, que se encomendó primero a García de Saucedo que la cambió por la de Nazca, haciéndose cargo Antonio Picado que fue muerto por Diego de Almagro `el Mozo', por lo que quedó en el cargo su mujer Ana Juárez que se caso con Sebastián Sánchez de Merlo, a quien le sucedió Beatriz Marroquín de Montehermoso y con ella su marido Diego de Carvajal. "Este era el mayor repartimiento de los cinco desta provincia" (Ib..).

4.- Mama, que tuvo como primer encomendero a un hermano de García de Saucedo que estuvo a cargo también del quinto y último repartimiento de la provincia, el de Chaclla. Dejó estos repartimientos por otro en Arequipa, haciéndose cargo el Capitán Juan Fernández a quien le sucedió su mujer Ana Cermeño y con ella su segundo marido Jerónimo de Silva, al que le sucedió Mariana de Ribera y con ella su marido Juan de Mendoza.

5.- Chacalla o Chaclla, en la parte más septentrional de Lorin Yauyos, y tuvo como primer encomendero el antes mencionado hermano de García de Saucedo, a quien le sucedió Francisco de Ampuero y luego su hijo Martín de Ampuero (Dávila 1965).

Después del gobierno de Dávila Briceño la provincia de Yauyos fue dividida; Anan Yauyos, a la que pertenecieron los repartimientos de Mangos y Laraos, y el de Atun Yauyos, los que se convirtieron en la Provincia o Corregimiento de Yauyos. Mientras que Lorin Yauyos a la que pertenecía Huarochirí, Mama y Chaclla, se convirtió en el Corregimiento de Huarochirí. Esta división duró todo el resto del dominio colonial y continúa hasta nuestros días republicanos.

LA POBLACION:

En esta provincia al momento de la conquista de los españoles, habían diez mil indios tributarios "que se entienden de cincuenta años para abajo y de diez y ocho para arriba..."; pero para 1586 fecha de la "Descripción y Relación..." de Dávila Brizeño que se basa en la Visita General ordenada por el Virrey Toledo sólo habían siete mil indios tributarios incluidos los mitimaes que estaban en los territorios de Chocorbo y Jauja21.

Esta baja demográfica es explicada en la descripción de Dávila por los efectos de las Guerras Civiles entre españoles ya que se sacaron muchos indios por ser estos "gente inclinada a la guerra" (Dávila 1965 : 155 - 156), con el fin de ser enrolados en las respectivas fuerzas en contienda.

Aparte de esto, este documento escrito por el Corregidor Dávila Briceño, no nos hace referencia a otra causa de la baja demográfica que se registro, la que no es necesaria ante la evidente situación de un "estado de guerra permanente", que nos parece suficiente para explicar la caída demográfica común a toda la zona conquistada desde los años del establecimiento de los conquistadores, pasando por las guerras civiles y los levantamientos indígenas22.

Para el caso específico de la zona en estudio la caída demográfica también tiene como causa importante la presencia del camino real entre la Ciudad de Los Reyes y el interior de los Andes, esto se explica:

"... pues sobre los naturales de la zona debió de pesar una suerte de servidumbre pública de hecho y de derecho. Esta servidumbre unida a las exacciones exigidas por el poder señorial residente bastaron para provocar la contracción poblacional aludida, la que es necesario comprender en todas sus manifestaciones concomitantes: fallecimientos por exceso de trabajo, migraciones a zonas de refugio (forasterismo), incremento de la morbilidad infantil y descenso de los nacimientos ..." (Lazo 1992 : 42 - 43).

Para toda la provincia de Yauyos (incluyendo Anan y Lorin), se observa una despoblación constante con una tasa aproximada de 3:2 entre los años 1525 a 1571, con una población de unos 50.000 habitantes para 1525 y 35.000 para 1571 (Smith 1967-68 : 78). La despoblación en la provincia de Huarochirí, continuó durante los años posteriores, es así que para 1624 habían 15.241 habitantes, mientras que para 1754 sólo había 6.835 (Kubler 1946 : 338).

LAS ELITES:

Al producirse la invasión de los españoles la élite de la población, integrada por los señores regionales yauyos buscaron repetir su política de alianzas que les resulto beneficiosa con los incas pero con los hispanos no consiguieron ningún éxito similar.

Pero por lo menos conservaron su prestigio y poder sobre la población nativa, en la medida que se adaptaron a los nuevos mecanismos de dominación. De hecho los curacas conservaron una fracción mínima de su poder en la medida que llegaron a someterse y a servir a los españoles, lo cual les permitió en Derecho conservar un estatus por encima del resto de la población dominada, como por ejemplo: poder montar a caballo, no pagar tributo, tener sirvientes, que los indígenas de su jurisdicción les paguen tributo, etc. Todo lo cual les es reconocido por la ley de los conquistadores.

Esta ley de los conquistadores, que reconocía derecho a los que se sometían, también imponía una serie de mecanismos y disposiciones para la eliminación de aquello que no le convenía a sus fines de dominación.

LAS DOCTRINAS DE HUAROCHIRI:

Para la consecución de los fines de dominación a todo nivel se hizo imprescindible la unidad de los intereses entre el poder temporal y el poder eclesiástico, puesto que se asumían como banderas políticas de la conquista la civilización y cristianización de la población indígena.

La manifestación del poder eclesiástico en la zona en estudio se enmarca en el llamado proceso de Evangelización, por el cual se inició el mecanismo de las Doctrinas o Parroquias Rurales, que necesariamente iban unidas a la constitución de Reducción o Pueblos de Indígenas (Carcelén 1994).

Las Doctrinas o `beneficios' de la entonces provincia de Huarochirí, en el año de 1586 (23) eran:

1.- En el Repartimiento de Mancos y Laraos que tenía siete pueblos, habían tres y media, la cual compartía con indios de Atun Yauyos;
2.- En el de Atun Yauyos que tenía once pueblos, habían tres;
3.- En el de Huarochirí, que contaba con siete pueblos, tenía cuatro curatos.
4.- El Repartimiento de Mama, que contaba con cinco pueblos, tenía tres doctrinas;
5.- En el caso específico del Repartimiento de Chaclla, que contaba con cinco pueblos, según la "Breve Relación ..." del Corregidor de la provincia, Dávila Briceño de 1586, tenía dos doctrinas y media, la última que compartía con unos indios de Mama.

Las doctrinas o curatos o beneficios, del Repartimiento de Chaclla, fueron:

- La primera abarcaba el pueblo de Santiago de Carampoma;
- La segunda abarcada los pueblos de San Francisco de Chaclla, San Pedro de Casta y el de San Jerónimo de Puna;
- La tercera unió el pueblo de Santa Olalla de Caiao, (de Chaclla) con los de Santa Inés de Chechima y San pedro de Mama del Repartimiento de Mama.

Esta división de las doctrinas de los cinco Repartimientos de Huarochirí, siguió el criterio señalado por el Virrey Toledo en su Provisión de 1573, en la cual se observa con claridad la unidad existente entre la creación de las doctrinas y las reducciones; se señala:

" ... que los dichos yndios sean rreducidos donde sea compatible el poder tener doctrina por un sacerdote hasta quatrocientos o quinientos yndios tributarios en un lugar y es posible o quando no lo fuere por no tener tierras para todos en dos o tres lugares en torno o comarca de una legua o dos como no aya ympedimento de poder yr el dicho sacerdote a administralles los sacramentos y a dalles la doctrina ... ". 24

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NOTAS: 

1 Licenciado en Historia y egresado de la maestría en Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro del Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de Las Casas".
2 "El catolicismo español del siglo XVI [y por extensión el siglo XVII] acogía las experiencias religiosas indígenas en la medida en que le permitían alcanzar el estadio de la fe verdadera" (Urbano 1993 : 25). 
3 Lo cual se sigue recomendando como forma indispensable de conocimiento de lo andino. Por ejemplo ver lo expuesto por Ina Rösing : "Entender la religión andina sin contar con una experiencia andina, sin haber pasado en vela muchas noches de curaciones rituales y muchos días y noches de rituales colectivos religiosos andinos no es, así lo creo, posible" (1994 : 192).
4 Rosaldo 1989 : 15.
5 Geertz 1973 : 15.
6 Además se considera, aparte de esta generalidad que "en un sentido estricto el historiador de las religiones no puede ignorar lo históricamente concreto. Se dedica a descifrar en lo temporal e históricamente concreto el curso inevitable de experiencias que surgen del deseo irresistible del hombre de trascender el tiempo y la historia" (Eliade y Kitagawa 1987 : 118 - 119).
7 Tales como: Santa Cruz, 1950; Guamán Poma, 1980; Betanzos 1968; Molina 1959, entre otros.
8 Idea tomada de Eliade 1986.
9 Urbano 1982 : 40. 
10 Información recogida en los trabajos de campo realizados entre 1993 y 1994 en las comunidades de la cuenca alta del río Santa Eulalia, antes llamado Chaclla.
11 Los "mayores", son los comuneros respetados en la Comunidad por haber pasado todos los cargos de la administración comunal.
12 Información recogida de los profesores comuneros del Colegio Nacional José Carlos Mariátegui de San Pedro de Casta.
13 Esto etnográficamente se prueba porque en la actualidad el Dios Huallallo Carhuincho es reconocido como el antiguo dios de los habitantes huancas.
14 Para el caso de Huarochirí la importancia de las figuras míticas relacionadas por el parentesco y las características del mismo, son explicadas con amplitud por Billie Jean Isbell (1997) y Frank Salomon (1997).
15 Purum Runa, significa Hombre Guerrero, es decir época de los hombres-guerreros; esta época aparece nombrada en todos los mitos referentes a los orígenes de los pueblos andinos. "Purum runa poques. Barbado salvaje sin ley ni Bey" (Gonzalez Holguin 1989 [1608] : 297).
16 Este es el caso de la fiesta tradicional que se celebra todos los años llamada "Champería" o fiesta del agua. Celebrada de manera muy especial en las actuales Comunidades Campesinas de la cuenca alta del río Santa Eulalia. En la comunidad de San Pedro de Casta esta fiesta, en pocas palabras, consiste en una ceremonia-ritual de limpieza de las acequias antes de la temporada de lluvias, a comienzos de octubre de cada año. 
17 Sobre las características del Dominio Inca en la región de Huarochirí ver el importante trabajo de Waldemar Espinoza Soriano (1992).
18 Estas tierras de Jauja, pertenecieron a los yauyos de Chaclla hasta la época colonial. 
19 Sobre las formas de posesión de tierras de los Yauyos en Huarochirí, así como de algunos aspectos de su estructura social tenemos el capítulo 3 "La red desintegrante", del libro De Indio a Campesino de Karen Spalding (1974). Pero que se explican mejor y con muchos más detalles en Spalding 1984.
20 En el presente trabajo usamos la palabra `Lorin', en lugar de `Hurin', siguiendo la transcripción de Dávila Briceño, quien se basa en la variante lingüística propia del quechua de esa zona. Para un conocimiento del lenguaje, sus formas y significados, en cuanto al Manuscrito de Huarochirí puede leerse la tesis de George Urioste (1973). 
21 Sobre la distribución del tributo, la organización del mismo y los montos tributados, tenemos como trabajos referenciales los estudios pioneros de María Rostworowski (1977) y Margarita Gentile (1976a, 1976b y 1977); así como el más reciente trabajo de Lorenzo Huertas (1992), que en conjunto nos presentan la dinámica del tributo indígena en los siglos XVI y XVII en Chaclla.
22 Para una mejor explicación histórica de la caída demográfica durante los años de la Conquista tenemos el importante capítulo I del libro de Carlos Sempat Assadouriam Transiciones hacia el Sistema Colonial Andino (1994).
23 De acuerdo a la "Breve Relación ..." de Dávila Briceño.
24 A. A. L., Sec. Papeles Importantes, Leg. 7, fol. 4v. También es citado por Gentille 1976a : 


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