Aportes documentales al conocimiento de la conformación étnica y social de los indígenas del sur de San Luis y zonas vecinas

(fin del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII)

Catalina Teresa Michieli
Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo. Universidad Nacional de San Juan

Durante muchos años, y a partir de obras como la del padre Falkner y otros, se ha tratado de asignar un nombre y una caracterización a los indígenas de la pampa argentina. En general todos los intentos fracasaron debido, además de la falta de buenas fuentes documentales, al hecho de que se tomaba como marco de referencia para los análisis, zonas muy extensas y lapsos muy amplios que impedían apreciar los cambios de situación étnica y social por regiones y por momentos históricos determinados. La reconstrucción de la verdadera realidad de la pampa argentina en los primeros siglos de la etapa colonial podrá lograrse una vez que se hayan realizado distintos trabajos sobre regiones suficientemente delimitadas y momentos históricos bien definidos con un estudio adecuado de sus antecedentes. En los últimos tiempos han aparecido algunos trabajos de este tipo (como los realizados por Nacuzzi, Crivelli Montero y Mandrini) referidos especialmente a la pampa bonaerense meridional a fines del siglo XVIII y XIX, pero la zona septentrional de la misma, es decir el sur de las provincias de San Luis y Córdoba y áreas vecinas no ha sido aún objeto de trabajos que permitan dilucidar aspectos de esa realidad. Estos hechos y el hallazgo de una serie de documentos inéditos relativos a encomiendas de San Luis de finales del siglo XVII y comienzos del siguiente en el Archivo Nacional de Chile, nos llevan a realizar algunos aportes a este tema2.

ANTECEDENTES

En trabajos anteriores hemos tratado de identificar cultural y territorialmente a los aborígenes de San Luis y de otras provincias cuyanas en los siglos XVI y XVII. Se apreció entonces que a partir de finales del siglo XVI y sobre todo a comienzos del siglo siguiente se comenzaron a producir cambios significativos en la ubicación de los distintos grupos indígenas. Es así que una vez realizadas las fundaciones de las ciudades de Córdoba (1573) y San Luis (1594) se encomendaron los indígenas de la sierra y de las adyacencias a la Punta de los Venados y río Quinto, pero debido a la poca cantidad de indígenas de la zona se produjeron en algunos casos superposiciones de encomiendas y en otros traslado de indígenas de un lugar a otro para completar la cantidad de individuos asignados a un encomendero. Por esta causa son comunes para esa época los juicios entre encomenderos de ambas ciudades e incluso con encomenderos de San Juan y Mendoza3.

Por ejemplo un caso parecido sucedió en 1677 cuando fueron llevados a trabajar a territorios de San Luis algunos indígenas de otras zonas de la provincia de San Juan como Angacao (hoy Jáchal), Mogna y Tucunuco4. En algunas ocasiones se aplicaba la desnaturalización como castigo a los indios rebeldes, que consistía en el traslado a un lugar del cual no eran originarios sino extraños, tal como sucedió en 1681 con unos indígenas huarpes de Mendoza que fueron llevados a la ciudad de San Luis5. En otras estaban encomendados indios originarios de la ciudad de San Luis en otras ciudades de Cuyo, como era el caso de la encomienda de doña María de Morales, administrada por su esposo y establecida en 1695 en la ciudad de San Juan; consistía en ocho varones y cinco mujeres de los cuales sólo una familia (matrimonio e hijos) servían en la estancia de San Francisco en San Luis6 Por último influyó también en este cambio de distribución espacial de los pueblos aborígenes dentro del territorio de San Luis el paulatino avance de grupos más meridionales como puelches y pehuenches hacia el norte, debido entre otras razones a la incitación que las primeras poblaciones españolas y sus estancias representaban para el saqueo de ganado.

Este avance hacia el norte de estos grupos, sobre todo por la zona fronteriza entre Mendoza y San Luis, se hace evidente por la presencia en Corocorto (actual departamento mendocino de La Paz) de caciques e indios procedentes del Diamante o con apellido de indudable raíz puelche en las primeras décadas del siglo XVIII7. Estos hechos, entre otros, dieron lugar a un fenómeno de gran movilidad espacial indígena, ya fuera directamente forzada por los españoles o sólo determinada por la situación general y particular de los grupos aborígenes. Esta movilidad, que fue similar en todos los dominios españoles en América, produjo hacia mediados del siglo XVII un cambio de situación en la corformación étnica de los grupos indígenas en los diversos puntos de la zona septentrional de la pampa y áreas vecinas.

LAS ENCOMIENDAS EN SAN LUIS A FINES DEL SIGLO XVII Y COMIENZOS DEL XVIII

La situación de movilidad espacial indígena en esta región, observada en distinta documentación histórica, resulta confirmada por una serie de datos existentes en matrículas de encomiendas de San Luis de fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. Estas matrículas provienen de documentos inéditos depositados en el Archivo Nacional de Chile; su análisis permite apreciar la conformación étnica y social de los grupos indígenas de esos momentos. En un título de encomienda dada al Capitán Andrés de Toro Mazote8 figura la matrícula de los indios que la constituían y su situación familiar. El cacique, don Juan, aseguraba ser del pueblo y parcialidad denominados Ocomeltc. Uno de sus sujetos estaba casado con una mujer que en ese momento se encontraba en Chile llevada por su encomendero, es decir que no pertenecía a la misma encomienda y otro era oriundo de las lagunas (zona de Guanacache). Algunos indios varones con su familia se encontraban trabajando en otros lugares, como la encomienda del General Gerónimo de Cabrera (¿en Córdoba?).

Otro de los sujetos tenía nombre y apellido, Juan Baquiano; la adopción de este último indica el ejercicio de un oficio especial que lo diferencia de entre sus iguales, tal como lo hemos registrado en otros casos dentro de Cuyo para la misma época9. La matrícula de los varones que formaban la encomienda totalizaban 27 individuos de todas las edades, entre los cuales se encontraba una mayoría de niños y jóvenes (casi el 52% tenía menos de 20 años) y un gran porcentaje de indios ausentes de la encomienda. Se destacaba también el hecho de que el hijo, ya anciano (60 años), del cacique tenía gran cantidad de hijos de corta edad entre varones y mujeres (ver cuadro nº 1 y gráfica nº 1). En un título de encomienda dada al Capitán Francisco Barroso en 1679 en la ciudad de San Luis figura la matrícula de los indígenas realizada en 1677 por el Cura y Vicario de esa ciudad, padre Juan de Miranda10. El cacique de la encomienda era don Andrés Llapunguian; según el cura, él y gran parte de los varones en edad de trabajar y tributar, junto con sus respectivas familias, se encontraban "ausentes" e "irreducibles y no han pagado estipendio ni a mí ni a mis antecesores". De los 27 varones matriculados gran parte eran menores de 19 años (34%) y una cantidad mayor se encontraba ausente (ver cuadro nº 2 y gráfica nº2).

En otro título de encomienda dada en la provincia de Cuyo a Andrés de Toro Mazote se incluye la matrícula de los indios naturales de La Estanzuela y Rosario11 hecha en 1704 por el padre Juan Alvarez de Toledo, Cura y Vicario de la ciudad de San Luis. En ella se aprecia que el cacique don Diego era interino ya que el correspondiente se encontraba ausente de la encomienda. Había también otros "tres o cuatro" ausentes en la provincia del Tucumán que no se contabilizaban. Los restantes sumaban 15, de los cuales sólo dos figuraban como "reservados", es decir que no tributaban. Evidentemente esta matrícula sólo consignó a los mayores de edad que eran los que tributaban (ver cuadro nº3).

La última matrícula, también de 1704, corresponde a los indios de la encomienda del Maestre de Campo Gerónimo de Quiroga, vecino de Santiago de Chile y de San Luis de Loyola, en el paraje de El Morro12. En ella se observa que existían algunos sujetos con sus familias trabajando y viviendo en la Estancia de Andrés Pérez Moreno en el río Quinto y otros en el pueblo de Corocorto (actual departamento mendocino de La Paz). También resulta interesante observar que algunos de los indígenas pertenecientes a esta encomienda eran naturales del río Diamante (Mendoza) y otro de Chile. Una gran parte de los sujetos en edad de trabajar se hallaban "ausentes en las pampas" y "casados a su usanza". En realidad la encomienda estaba constituida por dos ancianos, tres niños y cuatro varones entre 20 y 60 años, de los cuales la mayoría trabajaba fuera de la misma (ver cuadro nº 4 y gráfica nº3).

CUADROS Y GRÁFICAS

13_cuadro1.gif (6124 bytes) Cuadro nº 1: Matrícula de la encomienda del capitán Andrés de Toro Mazote en San Luis (1676).
13_cuadro2.gif (5178 bytes) Cuadro nº 2: Matrícula de la encomienda de Francisco Barroso realizada en San Luis en 1677.
13_cuadro3.gif (3239 bytes) Cuadro nº 3: Matrícula de la encomienda de Andrés de Toro Mazote en La Estanzuela y Rosario hecha en 1704.
13_cuadro4.gif (10025 bytes) Cuadro nº 4: Matrícula de la encomienda de Gerónimo de Quiroga en el Morro (1704).
13_grafico1.gif (1874 bytes) Gráfica nº 1: Cantidad de varones de la encomienda de Andrés de Toro Mazote de 1676.
13_grafico2.gif (2060 bytes) Gráfica nº 2: Cantidad de varones de la encomienda de Francisco Barroso de 1677.
13_grafico3.gif (1737 bytes) Gráfica nº 3: Cantidad de varones de la encomienda de Gerónimo de Quiroga en El Morro (1704).

LOS INDÍGENAS EN LA PAMPA

La gran cantidad de indígenas que en estas matrículas figuran como "ausentes en las pampas" tiene en las mismas su explicación, una vez analizados los documentos.

"...porque Vnos y los otros estaban dispersos bibiendo barbaros sin polisia ni christiana disciplina sin rreconoser pueblo ni rreclusion en tierras incultas delas dilatadas campañas quellaman las pampas bagando deunas partes aotras Como brutos animales..." [Encomienda de Andrés de Toro Mazote en La Estanzuela y Rosario, 1704]13

"...todos mensionados que asisten en las Pampas enlatoldería de florianillo portiempos baja aun aparaje deesta Jurisdiccion distante Veinte leguas acon sertarse con los que dentran alas baquerias delos quales sean informado Vienen como barbaros sin política ninguna (...) floreal viudo asiste en las Panpas echo caudillo enuna tolderia que se compone de diferentes Indios asi desta jurisdicion como de la del tucuman y buenos aires (...) todos los mensionados son basallos dedho Dn SeBastian paucan originarios de dho pueblo de diamante que an quedado [confuso] desde el alsamiento de Dn lorenso chiquillan y Dn Juanillo que abra quarenta y ocho a sinquenta años poco mas o menos q an dan dhos yndios sin rreconocer pueblo suxesion ni doctrina como barbaros en dhas pampas y solo como dho es bajan al dho paraje de las pulgas aconsertarse con los que entran alas baquerias..." [Encomienda de Gerónimo de Quiroga en El Morro, 1704]14

Los hombres en edad de tributar por lo general no se aprovechaban en las mismas encomiendas, sino que eran alquilados o llevados a otros lugares, a veces lejanos, a trabajar en diferentes servicios alejándolos de sus familias. Por lo tanto varios de ellos preferían huir y subsistir por sus propios medios y formar y mantener sus propias familias. Estos indígenas eran irreductibles, no obedecían a su cacique natural ni pagaban tributo al encomendero o estipendio a la Iglesia. No reconocían pertenencia a un pueblo o grupo determinado y, por supuesto, no seguían las directivas de la religión católica negándose incluso a recibir los sacramentos.

Los documentos son claros en este aspecto: estos indígenas estaban "casados a su usanza" y sus hijos no eran bautizados. En el caso de los indígenas de las encomiendas de San Luis los sitios elegidos para la huida eran las "dilatadas campañas que llaman pampas" donde se mantenían dispersos durante muchos años sin instalación fija y ubicados en tolderías bajo el mando de un "caudillo". Del mismo modo lo hacían los que huían de encomiendas de la ciudad de Mendoza según el informe del corregidor de Cuyo Francisco de Larrinaga y Aspes en 169915.

Una de las tolderías en las que se reunían era la comandada por el indio Floreal, conocido también como "Florianillo", que pertenecía a la encomienda de Gerónimo de Quiroga. Este grupo estaba constituido por indígenas huidos de diferentes jurisdicciones, entre ellas la de Tucumán y Buenos Aires, así como de otras zonas de la jurisdicción de Cuyo, como era el caso de los indígenas oriundos del Diamante. Estos últimos debían estar asentados en Corocorto (actual departamento de La Paz en Mendoza) pero desde los alzamientos de Lorenzo Chiquillán y don Juanillo, se encontraban viviendo sin sujeción en las pampas.

El indio Juanillo, con un grupo de pehuenches, había protagonizado en 1662 un avance con fines de saqueo hacia la estancia que la Compañía de Jesús poseía en el valle de Uco (actual departamento de Tupungato, Mendoza); previéndolo el padre Rosales, quien estaba en ese momento al frente de la Viceprovincia jesuítica de Chile, mandó trasladar el ganado de la estancia de Uco a la jurisdicción de San Luis para su resguardo. Pero el cabecilla de la invasión, el indio Juanillo, supo de la maniobra, cambió su rumbo y avazó hacia San Luis; en su camino asaltó la estancia de Moyano, mató a su hijo y se llevó todo su ganado, así como el de otros españoles y el que los jesuitas habían trasladado allí como protección.

El destino final del ganado robado en este y otros avances, era muy probablemente su comercialización en Chile16. La forma de vida de estos grupos heterogéneos era el saqueo de estancias y la cacería del ganado cimarrón (las llamadas "vaquerías"), para lo cual se concertaban con otros grupos. El lugar de reunión era un paraje localizado a 20 leguas (aproximadamente 110 km) de la ciudad de San Luis conocido como "Las Pulgas", en la frontera con los indios, donde posteriormente se erigió un fuerte con el mismo nombre17 y que corresponde aproximadamente con la ubicación de la actual Villa Mercedes18.

CONCLUSIONES

El análisis de estos cuatro documentos de fines del siglo XVII y principios del siglo XVIII permiten apreciar que los grupos indígenas del centro y sur de San Luis en esa época estaban constituidos por individuos de distinta procedencia geográfica y extracción étnica. Esto sucedía tanto en los grupos encomendados como en aquellos que se habían formado en la zona pampeana septentrional con la agrupación de individuos que habían huido de la sujeción española de distintas regiones, no sólo de la provincia de Cuyo sino también de la Gobernación del Tucumán y de la jurisdicción de Buenos Aires. El trabajo de los indígenas motivaba frecuentemente el traslado de los mismos, tanto hombres como mujeres, en ocasiones con su familia y a veces separados de ellas. El mismo trabajo, en el caso de la adquisición y ejercicio descollante de un oficio particular, favorecía la diferenciación social entre miembros de un mismo grupo y la adopción de un apellido identificador del oficio correspondiente. Las encomiendas indígenas de ese momento, tal como sucedía también en las otras zonas cuyanas19, estaban prácticamente destinadas al mantenimiento del recurso de obtención de mano de obra que se usaría o alquilaría en otros lugares, ya que las matrículas respectivas indican la presencia en ellas, en gran proporción, de ancianos, niños y mujeres con muy poca cantidad de hombres en edad de tributar, que eran los varones físicamente aptos entre 18 y 50 años y menores de 18 años si estaban casados. Los indígenas huidos de estas encomiendas se refugiaban en la llanura pampeana, formaban agrupaciones heterogéneas seminómades al mando de un caudillo, constituían sus familias con acomodamiento a sus propias reglas y sin seguir las leyes coloniales y basaban su actividad económica en la apropiación de ganado, ya fuera de las estancias o cimarrón, previo encuentro y acuerdo ("concertación") con otros grupos de similar conformación. La realidad la heterogeneidad étnica y social de los indígenas de la pampa septentrional, antes de que se hiciera masiva la influencia cultural -y especialmente idiomática- araucana, plantea la pregunta de cuál sería entre ellos el lenguaje común y aglutinante; puede pensarse que fuera el español, en desmedro de las lenguas originarias. San Juan, noviembre de 1995.

BIBLIOGRAFÍA

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1983. Los huarpes protohistóricos. San Juan, Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo UNSJ.

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Nacuzzi, Lidia R. 1989. Territorialidad y relaciones interétnicas en el valle de Viedma. MS.

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Verdaguer, José Aníbal. 1931. Historia Eclesiástica de Cuyo. Milano, Premiata Scuola Tipografica Salesiana.

NOTAS

1 Investigadora del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, Universidad Nacional de San Juan. 

2 Trabajo presentado en las II Jornadas de Investigadores en Arqueología y Etnohistoria del Centro Oeste del País (Río Cuarto, 1995). Se ha respetado el texto y las citas bibliográficas originales a pesar del tiempo transcurrido sin su publicación. 

3 Algunos de estos problemas pueden apreciarse en la documentación aportada en los siguientes trabajos: Montes 1955; Canals Frau 1943; Serrano 1945. 

4 Archivo Nacional de Chile, RA 3036 (35). 

5 Michieli 1984: 22. 

6 Archivo Nacional de Chile CG 555 (73). 

7 Michieli 1983:66 y 1992:39-41. 

8 Archivo Nacional de Chile ES 343 (29-30 v.). 

9 Michieli 1992: 39. 

10 Archivo Nacional de Chile ES 343 (425-425 v.). 

11 Archivo Nacional de Chile CG 476 (272-274). 

12 Archivo Nacional de Chile CG 476 (275-276). 

13 Archivo Nacional de Chile CG 476 (272 v.). 

14 Archivo Nacional de Chile CG 476 (275 v.-276). 

15 Archivo Nacional de Chile RA 2801 (12 y 15). 

16 Michieli 1992: 24-25. 

17 Archivo Nacional de Chile RA 2907 (283 v.). 

18 Verdaguer 1931: tomo I, 366. 

19 Michieli 1996. 15


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